MESA REDONDA (A.9)
La restauración democrática y la
educación.
Como sabemos, tras la dictadura
franquista, a España le sucede un interesante período llamado transición en el que se comienza a
llevar a cabo el proceso de democratización política. Este proceso tuvo unos
comienzos costosos pero finalmente, en 1977,
se pudieron celebrar las primeras elecciones democráticas desde la
Segunda República. El partido ganador fue Unión del Centro Democrático,
(obtuvieron el 34,5% de los votos), el cual, liderado por Adolfo Suárez, debía
hacer frente a la elaboración de una constitución. No debemos olvidar el contexto del momento,
marcado por una profunda crisis económica pues en 1973 la crisis del petróleo
había azotado severamente a España y el paro y la inflación subían de forma
alarmante. A continuación nos centraremos en cómo se ahonda el tema que nos
compete, el de la educación a lo largo de todo este proceso, especialmente a
partir de la restauración de la democracia.
En general, y esto fue uno de los grandes logros, hubo un
amplio consenso en los temas trascendentales de la constitución. En 1977 se
firmaron los Pactos de la Moncloa (formalmente fueron dos, denominados Acuerdo
sobre el programa de saneamiento y reforma de la economía y Acuerdo sobre el
programa de actuación jurídica y política) y al mismo tiempo firmaron un pacto
inicial educativo. Como todo, esto supuso unas concesiones por parte de unos y
otros, al mismo tiempo que unas coincidencias. Principalmente, se reconoció el
derecho a la educación fundamental, se declaró la educación básica como
obligatoria y gratuita y se aceptó el principio de autonomía universitaria.
Cabe destacar, que gracias a estos pactos, desde 1977 a 1979, los presupuestos
para educación se duplicaron llegándose a invertir 40.000 millones de pesetas
en creación de centros. Sin embargo, el problema que derivará de este pacto
viene por la interpretación que cada turno gobernativo dará a los principios
constitucionales, lo que en Educación se materializará con nuevas leyes de
educación que modifican las anteriores en función de los intereses de cada
partido. Esto, es una práctica que desgraciadamente persiste todavía hoy
después de casi cuarenta años y es así porque continúan elaborando estas leyes
los partidos políticos y no pedagogos y profesores.
El primer ejemplo de esto lo podemos observar con las dos
primeras propuestas de ley: la LOECE, (Ley Orgánica de 1980, por la que se
regula el Estatuto de Centros Escolares) y
la LODE, (Ley Orgánica del Derecho a la Educación 1984); ambas fueron
impugnadas al Tribunal Constitucional por la oposición. La LOECE fue la propuesta de U.C.D.,
propuesta considerada anticonstitucional por los socialistas quienes la
impugnaron al Tribunal Constitucional que respondió declarando la inconstitucionalidad
de varios artículos. Tras dicha sentencia, el gobierno de UCD debió revisar muy
profundamente la LOECE para adecuarla a la sentencia, pero el intento del golpe
de Estado del 23 de febrero de 1981, el cambio de Adolfo Suárez por Leopoldo Calvo
Sotelo al frente del Gobierno y el triunfo electoral del PSOE en 1982
impidieron que eso se hiciese. En consecuencia, la LOECE nunca entró en vigor.
La segunda propuesta, ya con el PSOE al frente del Estado, fue la LODE. Ley
que, como decíamos, también fue impugnada ante el T.C., que no aceptó algunos
matices. No obstante, esta sí fue promulgada en 1985.
No debemos olvidar, que en todo este contexto, comenzaron las
autonomías, (estatutos catalán y vasco fueron aprobados en 1979), y poco a
poco, cada vez más comunidades iban recabando más cotas de autonomía. Además,
también es importante recalcar que antes de promulgar la LODE, los socialistas
ya habían logrado aprobar la Ley Orgánica de la Reforma Universitaria, (1983), por
la que se entiende la educación superior como un servicio público y se
reconocen los principios de autonomía, libertad de cátedra, de investigación y
de estudio.
El proyecto para la reforma general
del sistema no se planteará hasta cinco años después desde que los socialistas
ganaran las elecciones. Fue en 1987, cuando el ministro Maravall plantea como
propuesta para debate el “Proyecto para la reforma de la enseñanza”. Este
proyecto, tras un análisis de sistema actual y comparando las actuaciones de
otros países europeos ante situaciones similares, culminaba explicando que era
necesario abordar una reforma general del sistema. Los puntos clave de la
futura reforma eran: aumentar la educación obligatoria hasta los 16 años,
mejorar la calidad de la enseñanza, adoptar de un currículum común y capaz de
atender a la diversidad de los alumnos, y llevar a cabo la reforma tanto de la educación secundaria
posobligatoria general como de la formación profesional. Este último punto recibió grandes críticas por
el insuficiente tratamiento que se le había dado en el proyecto. Crítica que ya
había predicho la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo
Económico), en 1985 en el informe sobre España; por ello, presentarán también en
1988 el “Proyecto para la reforma de la
educación técnico-profesional”. Finalmente, todo este proceso de debate abierto
en 1987 fue reflejado en el Libro Blanco, libro que dio origen al anteproyecto
de la futura ley y que pasó favorablemente el trámite del informe del Consejo
Escolar del Estado y del Consejo General de F.P. La nueva ley, la LOGSE, Ley de
Ordenación General del Sistema Educativo, será aprobada el 28 de Junio de 1990
y será la ley que reestructure el sistema educativo después de los veinte años de
vigencia de la Ley General de Educación de 1970. Este hecho será fundamental
para la educación de nuestro país. Además de los principales puntos ya citados
anteriormente, la LOGSE estructurará el sistema educativo en: infantil
(0-6años), primaria (6-12), ed. secundaria (12-16), FP inserta en secundaria y
después en ciclos y Bachillerato (16-18), y contemplará la educación para niños
con necesidades especiales, para las enseñanzas de régimen especial y la
formación de personas adultas. La LOGSE tuvo, como todo, medidas muy acertadas
y otras más cuestionables. Entre las grandes ventajas encontramos en primer
lugar el posibilitar a la escolarización prácticamente de toda la población,
siguiéndole aspectos tan importantes como el aumento de la obligatoriedad hasta
los 16 que disminuyó el desfase entre el fin de la educación obligatoria y la
edad para la incorporación al mundo laboral, la atención a la diversidad, el
estimular la planificación de desarrollos curriculares en función de principios
psicopedagógicos que eran modernos, la mejora de los ratios que permite al
profesor atender de forma algo más personalizada a los alumnos, la flexibilidad
y apertura del currículo escolar que ayudarán a ajustar un poco la educación a
cada contexto, la incorporación de la Ed. Musical que disminuye el gran vacío encontrado
en el ámbito artístico, etc. Sin embargo, el principal inconveniente encontrado
es la falta de recursos, en cuanto a la insuficiente financiación, que llevará
en la práctica a hacer una reforma del sistema en lo que se “puede” y no en
todo lo que se había planteado. Esta ley tuvo un horizonte temporal de diez
años, en cuyo ecuador se realizó una
revisión de la misma que no fue muy bien recibida, (LOPEG), y después, al poco
tiempo, llegaron las elecciones de 1996 en las que ganó el PP, con quien
retomando lo dicho al principio, nos encontramos de nuevo con el gran problema
para la educación de este país: turnos gobernativos que modifican las leyes o
promulgan nuevas leyes a su antojo y en función de sus intereses.
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